Un día como hoy, pero de hace 30 años, se creaba por ley (Ley Provincial Nº 7455) el Colegio de Agrimensores de la Provincia de Córdoba.

Y los sueños… sueños son…, decía el poeta español. Y de allí partimos y desde allí crecimos, creyendo que edificar un sueño era cuestión de fe y convencimiento de tomar conciencia de poder hacerlo, creando para ello el instrumento necesario que siendo una expresión corporativa, nos permitiera darnos un espacio y prestar servicios a la sociedad, fin último de toda acción profesional, en forma cotidiana y cumpliendo con la misión asignada por la misma. Por ello, y con la utopía como horizonte, nos dimos con el tiempo como modelador de sueños, a la tarea de crecer, proyectar, actualizar y mantener la idea de un instrumento hábil para que la misión social que se nos confiaba, como las cuestiones que relacionan al hombre con su espacio y el de otros en ese vínculo gregario, la sociedad, pudiera satisfacer los requerimientos de la gente.

Como todas las cosas tienen un origen. La década del 60 mostraba un país convulsionado donde una mezcla de intereses contrapuestos y mezquindades alimentadas por distintos sectores dieron por tierra con la ilusión de crecer y tener un país posible; había triunfado la visión corta y la visera baja. Luego del quiebre institucional del ’66, la idea libertaria subyacente tomó cuerpo en la salvaguarda intelectual del estudiantado que haciendo honor a la historia de lucha de Córdoba, en alianza con el sector del trabajo, continuó con el proceso de recuperación democrática que tuvo una fuerte expresión popular a fines de los 60 y principios de los años 70. En este proceso no faltó la voz de la Agrimensura, ya fuera a nivel de la Universidad, como partícipe principal del proceso que desembocara en el “Viborazo”, como a nivel profesional, el Centro de Agrimensores era partícipe del accionar de las entidades en tiempos de persecución, desafiando al poder usurpador instalado, debatiendo y proyectando la participación del conjunto profesional en la recuperación democrática, a la luz de las velas con la memorable hospitalidad de la Federación Médico Gremial.

El proceso marcó el nacimiento de la Federación de Entidades Profesionales Universitarias de Córdoba (FEPUC), organización de las entidades comprometidas en la recuperación de los valores de la democracia, donde la Agrimensura se hace presente a través del Centro de Agrimensores. Y la historia siguió su curso y adherimos a la vuelta al proceso democrático y casi sin solución de continuidad, volvió la oscura noche de la persecución y represión, con la historia más cruenta del país, de todo lo cual pudimos resurgir como sociedad, no sin la marca aún indeleble de una crueldad insana, perpetrada en nombre de una teoría político-social que en definitiva sólo se expresó en eliminar los obstáculos para un proceso de apropiación del poder y del robo de capitales de la gente. Fue en este período oscuro que el Centro de Ingenieros de Córdoba, por acción propia y como mandadero de otra corporación pidió y obtuvo la suspensión de uno de los proyectos legislativos más trascendentes por su impacto en la seguridad inmobiliaria: la ley nacional de Catastro nº 20.440. Pero la sociedad que creyó en lo posible, logró resurgir, ordenarse y darse la posibilidad de volver a creer en un modelo social que privilegiara la vida y empezamos a pensar en la vuelta a la democracia, más aún habiendo vivido los terribles sucesos de Malvinas llegando así al punto en que todos empezamos a creer en modelos distintos a los que institucionalmente habíamos vivido, impulsados por esta nueva visión en donde podíamos asumir nosotros mismos nuestra representación, sin participación ni opinión de terceros ajenos a nuestro cometido.

Y en ese marco hubo quienes pensaron un modelo distinto que se adaptaba al nuevo momento del país y a partir de un generoso aporte de los colegas que moldearon un proyecto de entidad representativa gremial profesional, al estilo de otras existentes de larga y fructífera vida (escribanos y abogados). De esta forma y a través de las Jornadas Provinciales de Agrimensura, se planteó la discusión y difusión de la idea, que también toma cuerpo en otras provincias; consecuentes con armar un nuevo modo de funcionamiento, no sin sortear el ya internalizado pensamiento de pertenencia al modelo del Consejo, las dudas de un futuro incierto y la desenfadada y agresiva oposición de quienes a través del Consejo Profesional interdisciplinario dominaban la conducción de las actividades profesionales propias y ajenas, como en nuestro caso. No obstante y alimentados por la energía de quienes se saben con razón y ante un medio revolucionado por la nueva vida democrática, asumimos el desafió de la creación ya pensada, hecho para el cual no fue ajena la presencia de diputados de distintas bancadas, pero alineados por una visión progresista de la sociedad que queríamos cambiar, aunque después confesaran que le habían dado vida al proyecto … ¡Para que los agrimensores dejaran de trajinar los pasillos de la Legislatura!

Sin embargo no acababa allí la lucha; sólo habíamos dado el primer paso, materializando un nuevo modelo institucional que, valga el reconocimiento, nuestros colegas con meridiana claridad se habían propuesto como objetivo treinta años atrás, al crear el Centro de Agrimensores. Decíamos que fue el primer paso porque allí se corporizó parte de la lucha de la Agrimensura local y dentro de tantos episodios hay uno destacable, al poner al descubierto la “más grande mentira jamás contada” que no fue otra que la autorización de ilegales (ingenieros civiles) para ejercer la agrimensura, gestada por la concomitancia del Consejo y la Facultad de Ingeniería, que no vacilaron en afirmar y validar un acto ilegal, sólo para sus fines corporativos.

En todo este período, hubimos de sortear circunstancias internas al conjunto de la agrimensura con distintas concepciones sobre la conducción política de la misma, que debía expresarse ordenadamente a través del Colegio, sin repartirse en ámbitos distintos como la Escuela y el Centro de Agrimensores.

Pero decíamos que allí comenzó otra lucha: la de las incumbencias; donde el reclamo del nuevo Colegio puso en evidencia y logró modificar toda una mecánica corporativa donde se afirmaba el accionar ilegal de la Ingeniería Civil. Esta durísima y desigual batalla finalizó favorablemente en la U.N.C. pero su resultado fue parcialmente revocado en el ámbito del Ministerio de Educación de la Nación; pero fue ese resultado, aunque menoscabado, el que diera pie a una tarea ciclópea de la conducción del Colegio, ya alimentada por la nueva fuerza que le diera la incorporación del segmento etario, que cuando estudiantes aún y jóvenes colegas después, con el común objetivo final: el reconocimiento de la Agrimensura en forma calificada y distinta de toda otra profesión y los límites de las mismas para con la Agrimensura. Por la acción del Colegio se sumó el país a través de FADA, quién logró fructificar la lucha principal, tras treinta años, con el dictado de incumbencias primero y las actividades reservadas después. No resulta menor resaltar los esfuerzos gremiales y económicos del Colegio, que contó para esto con la participación y el respaldo de sus matriculados.

Más allá de las incumbencias, desde su creación el Colegio ha tenido y tiene una fuerte presencia en el orden local, participando del conjunto profesional de Córdoba, en forma destacada, cobijando en su casa la actividad de FEPUC, desde donde se recuperara la presencia gremial profesional en Córdoba; asimismo y por decisión del conjunto profesional, asumió la representatividad político social ante el Consejo Económico y Social Provincial en mérito a su actividad.

El Colegio es un celoso defensor de los intereses de los agrimensores, en el orden local y nacional a nivel académico y en lo administrativo. A su vez proponente de modelos legislativos pensados, desde nuestra práctica profesional, a favor de la gente. Así se ha hecho y se hace presente en la discusión de cuanto asunto que contenga un componente que aún tratado desde lo técnico tenga impacto sobre cuestiones de nuestra competencia como lo son la seguridad jurídica inmobiliaria, el acceso a la tierra, el ordenamiento y regulación urbana y rural, la regularización dominial, el Catastro y en general todas las cuestiones que vinculan al hombre con su espacio.

No resulta menor y como visión a futuro, la firme vocación y acción en atender y favorecer el desarrollo académico de los estudiantes de la Escuela de Agrimensura, promoviendo su formación y vínculo con sus pares a nivel nacional, como forma de consolidar una acción profesional a futuro manteniendo asimismo una decidida presencia en la promoción de la carrera destinada a la incorporación de nuevos estudiantes a nuestra Universidad.

En el orden nacional ha sido, a través de sus hombres, conducción de FADA en duros momentos de nuestra profesión, partícipe directo en el cambio de modelo de conducción y acción; de sólida y principal presencia en temas como la colegiación, las incumbencias y en la gestión, redacción y sanción de la actual ley nacional de Catastro nº 26.209 modelo único en América Latina.

En lo internacional, también y con los mismos criterios de participación y defensa sectorial ha participado, en el marco del Mercosur, en gestar un perfil profesional homogéneo que consolide la profesión en ese ámbito. En este mismo accionar se hace presente como gestor y partícipe de la APPA, donde hubiera de dejar su impronta en la redacción del documento liminar y fundacional de la misma

Fiel a su formación y vocación democrática, el Colegio se ha conducido con una clara concepción democrática, eligiendo libremente sus autoridades promoviendo y apoyando la participación de todos. Es así que en su vida institucional reconoce cinco Presidentes: Caros Tatián (1987-1991); Raúl Horacio Grosso (1991-1995; 2007-2011; 2011-2015); Félix Ricardo Roca (1995-1999; 1999-2001); Enrique Daniel Briguera (2001-2003; 2003-2007) y Omar Alberto Belisle (2015 a 2019).

Como ayer fueron nuestros colegas, hoy les cabe ser conducción a quienes desde jóvenes recogieron la posta y mañana a quienes son los jóvenes profesionales de hoy, les cabrá mantener encendida la luz que ilumine la pista que permita transitar una presencia profesional amplia, socialmente internalizada, con objetivos sociales destinados a la protección y servicio de la gente.

Este itinerario por la historia del Colegio no ha reconocido nombres ni episodios para no cometer el peor de los errores, que es el olvido involuntario de alguno de ellos, pero ello no obsta para reconocer y agradecer la presencia pasada y actual de colegas que desinteresadamente han comprometido su tiempo y aún su propia economía en pos de este sueño.

A treinta años de un sueño, recordamos y pensamos que podemos seguir soñando porque siempre hay espacio para ellos.

¡A vuestra salud, Colegas!